Igual piensas que calibrar una brújula es una tontería, y quizás no le ves ninguna utilidad. Pero realmente puede significar la diferencia entre que lleguemos a nuestro destino y que nos quedemos a mitad de camino con un GPS que nos indica mal las direcciones.
Una brújula mal calibrada nos puede jugar malas pasadas, desde perder la orientación en cuanto a saber hacia dónde estamos mirando, hasta que se pierda completamente y que se crea que estamos a kilómetros de nuestra posición correcta.
Para conseguir nuestro propósito, existen muchos métodos, desde saltar a la pata coja, hasta los que realmente funcionan, como el nuestro. De hecho, podemos afirmar, que este es el método que recomendado por Google.
¿Cómo saber si estamos bien calibrados?
Antes de proceder a arreglar algo tendremos que saber si está estropeado. Para comprobarlo, nos dirigiremos a Google Maps, para visualizar cómo de grande aparece nuestro halo. Si se parece más al de la foto de la derecha que a la de la izquierda todo funciona correctamente, cuanto más cerrado mejor.
¿Cómo arreglarlo?
Si resulta que no está funcionando todo lo bien que debería, tendremos que proceder a una calibración, el proceso es muy sencillo. Tan sólo tendremos que dibujar la figura de un “8” en el aire, con la aplicación de los mapas abierta.
Como acabáis de ver en el GIF sobre estas líneas, la figura es muy sencilla, y hacerla unas cuantas veces (no más de 10 en la mayoría de los casos) solucionará todos vuestros problemas con la brújula y el GPS, siempre y cuando se trate de un problema de calibración.
El proceso en si no tiene ninguna complicación, y aplicarlo es muy sencillo, osea que os animo a todos a probarlo, ya que una buena calibración siempre les vendrá bien a vuestras brújulas y a mejorar la orientación de los giroscopios y demás sensores.