El lunes 28 de abril ha sido largo, muy largo, en España. Desde las 12:30 del mediodía del lunes, un apagón masivo nos dejó a oscuras, devolviéndonos a una era pre-digital de forma abrupta.
Sin luz, sin WiFi, con las redes móviles intermitentes o saturadas y las baterías de nuestros flamantes smartphones descendiendo peligrosamente, la sensación de aislamiento era palpable. ¿Qué estaba pasando? ¿Cuándo volvería la luz? En plena era de la información, estábamos desinformados. Y entonces, me acordé de él.
Salvavidas digital
En un cajón, acumulando polvo junto a cables obsoletos y otros artefactos tecnológicos olvidados, descansaba un viejo guerrero: un teléfono con Android 4.4.2. Un superviviente de una época donde los móviles aún cabían cómodamente en una mano y tenían características que hoy consideramos... ¿arcaicas? Una de ellas iba a ser mi ventana al mundo exterior durante las siguientes horas: la Radio FM.
Mientras la preocupación crecía, mi móvil actual, un portento tecnológico sin apenas marcos y con potencia para mover Júpiter, era poco más que una linterna cara (y con la batería menguante, incluso aplicando el ahorro de batería). Intentar acceder a apps de noticias o streaming de radio era inútil sin conexión estable.
Pero el viejo Android tenía un as bajo la manga. No necesitaba datos ni WiFi. Solo necesitaba dos cosas: algo de batería (solucionable fácilmente con una power bank para emergencias como esta) y algo que hoy muchos móviles de gama alta han desterrado sin piedad: el puerto jack de 3.5mm para auriculares.
La antena perdida
Localicé unos auriculares con cable igual de antiguos. Los conecté, y no precisamente para escuchar mi música almacenada. En estos teléfonos, el cable de los auriculares actúa como antena para la radio FM. Abrí la aplicación nativa de Radio, una simple app sin florituras, y empecé a escanear.
Tras unos segundos de estática, la voz de un locutor de una emisora local llenó el silencio. ¡Información! Pude seguir las actualizaciones sobre el estado del suministro, escuchar las comparecencias, entender la magnitud del problema que afectaba a España y Portugal, y saber que, aunque lentamente, se trabajaba en la recuperación.
Innovación o atraso
Esta experiencia, en medio del caos controlado que se vivió en la península, me hizo reflexionar profundamente sobre la dirección que ha tomado la tecnología móvil. Nos venden innovación constante, diseños ultrafinos y ecosistemas cerrados, pero a menudo, esa "innovación" implica eliminar funciones básicas y tremendamente útiles en situaciones límite. La radio FM integrada, que no depende de internet y consume muy poca batería, es un ejemplo perfecto.
La eliminación del jack de auriculares, justificada por el grosor, la resistencia al agua o el impulso de los auriculares inalámbricos (que también necesitan carga, por cierto), nos ha privado de esta función de emergencia tan sencilla y eficaz en muchos modelos. Sin ese puerto, mi viejo Android no habría podido usar los auriculares como antena, y la radio FM sería inútil. Mi smartphone de última generación, sin jack y quizás incluso sin el chip de radio FM habilitado (una práctica común), me habría dejado completamente a ciegas informativamente hablando.
El apagón nos ha recordado nuestra fragilidad y dependencia tecnológica. Pero también me ha enseñado que no todo lo "viejo" es obsoleto. A veces, la tecnología más sencilla y resiliente es la que marca la diferencia cuando todo lo demás falla. Quizás sea hora de replantearnos si la eliminación de ciertas características universales y funcionales, como la radio FM analógica vía jack, realmente compensa en nombre de un progreso que, en días como el de ayer, nos deja un poco más desconectados.
Mientras España inicia hoy, martes 29 de abril, su camino hacia la normalidad, yo miro a mi viejo Android con un nuevo respeto. No volverá a ser mi móvil principal, pero se ha ganado un lugar de honor en mi kit de emergencia personal.
¿Y tú? ¿Conservas algún tesoro tecnológico antiguo que podría sacarte de un apuro?